22/11/07

Diario de China: Día primero. Ríos de saliva

El porqué de que todos escupan es algo que no acabo de entender, pero lo cierto es que tienes que andar con ojo si no quieres que te caiga encima uno de esos salivazos que vienen precedidos por un sonido de garganta que avisa de que viene verde pastoso. Llama la atención por que es una cosa continua, y el suelo es un mapa de ríos de saliva con más espuma que la boca de un perro rabioso. Es desagradable incluso para los que, como yo, no son escrupulosos, y resulta especialmente molesto en lugares cerrados como autobuses, restaurantes o supermercados. Escupen los taxistas, los policías, los vendedores, los hombres de chaqueta y corbata, y escupen al suelo por que parecen no saber de la existencia del kleenex. Debe ser una costumbre muy arraigada y que se trasmite de padres a hijos, y ahora entiendo que en Hong Kong este multado escupir en la vía pública. Al principio me pareció algo excesivo, pero estoy totalmente de acuerdo después de ver los escupitajos por minuto que puede realizar un chino, o una china, que éstas también escupen.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo que, aquí, cuando era niño, en nuestro país era muy común el uso de ciertos cartelitos o plaquitas disuasorias que, ahora, después de leer esta entrada tuya, me vienen a la memoria de forma refleja, algo así como la percepción esporádica de un olor, un aroma – que sin pedir permiso- se cuela en tu mente y te abstrae en un recuerdo.

“Prohibido hablar con el conductor… Prohibido escupir… Se prohíbe el cante”, y así, algunos otros.

Lo de distraer al conductor con la historia de tu vida ó que el conductor te distrajera con la suya resultaba un acto temerario. Lo de escupir insalubre y lo de cantar siempre solía coincidir a altas horas de la noche y con un señor que, mas que sangre, en su “vena artística”, tenía alcohol.

Aún así, había cierto grado de tolerancia y se permitía escupir siempre que lo hicieras siguiendo las normas establecidas. Escupir en el suelo estaba mal considerado pero hacerlo en las escupideras – colocadas al efecto- era aceptado como un mal menor, incluso como un acto de civismo.

Los conductores, agobiados por el número de horas que han de conducir, y como llegar a fin mes, ya no hablan ni en su casa, y en lo que respecta a la peña, sentados frente al plasma con sonido 5.1, en su “adosao” con barbacoa de mampostería incluida pues…se les ha ido las ganas de cantar. Para eso están los de operación triunfo.

En China y cara a los juegos de Pekín (digo Pekín y no Beijing porque, a mi, desde pequeño me enseñaron Cantonés y no Mandarín), se han dado todos a limpiar la imagen y ocultar a los ojos de los “occidentales” lo que es un secreto a voces. Un hábito de esta sociedad.

Para ello, sobre todo en la capital, están acudiendo a poner bolsas que, a modo de escupideras, se cuelgan en papeleras públicas y transportes y así demostrar que son tan finos como los demás y evitar que “Pas de Gargajé dans la rue publique”.
Será lo que sea pero, por lo menos, dan una alternativa gratuita al personal, y estamos hablando de “mogollón de Chinos”

En España, a medida que nos fuimos modernizando, fueron desapareciendo las llamadas escupideras, porque todo el mundo sabía lo que había dentro y la cosa no pintaba bien. Un rollo “chungo”.
Pero hete aquí que no se dio alternativa alguna, lo hicimos a la española, sin ninguna transición …a puro huevo. ¡Hala¡ esto es lo que hay y apañaros como mejor os venga.
Entonces quedaban dos opciones: Escupir para afuera ó para adentro y claro, la cosa tiene mandanga porque cuando te viene, te viene y punto. Y Tragarse un cacho de “lapo” ó “gargajo” por eso del civismo ó la estética, manda cojones.

Algunos ciudadanos tiran “padentro” y listo. Un mal trago como otro cualquiera.

Hay otros, los más hipócritas, que mantienen la secreción hasta que realizan una evaluación del momento, y entonces, según haya ó no moros en la costa, optan por “largar” al exterior u hocicar y hacer estómago.

Y por último están aquellos que ya tragan lo suficiente en su vida cotidiana como para también tener que tragarse lo que pugna por salir al exterior, y que dicho sea de paso no debe ser muy saludable, así que… al Kleenex primero y depositarlo en el lugar propicio después, y si este no se encuentra a mano, pues… provisionalmente al bolsillo.

Como resultado de este pequeño análisis, el estado Español, al cohibir está necesidad fisiológica de primer orden, debería poner los medios suficientes para erradicar el libre albedrío flemático del Español, y por ello, tiene la obligación moral de financiar gratuitamente el aprovisionamiento de kleenex a la ciudadanía y que estos formasen parte de su indumentaria.

Que al igual que la guardia civil de tráfico te para, y te pide que les muestres el carné por puntos, los triángulos de avería y el chaleco reflectante, también haga lo propio la Policía Nacional, a los que tendríamos que mostrar, no sólo el DNI sino además el paquete de kleenex.

Otro día, si se da el caso, hablaremos de otras prohibiciones, y del gobierno, que eso sí que tiene miga.

Un abrazo


Adjunto un enlace que viene al pelo, Pelu.

www.educarchile.cl/ntg/estudiante/1626/articles-99317_recurso_1.pdf

Peluhongkong dijo...

De nuevo un comentario genial. Por cierto, que lo que dices de Peking es totalmente cierto. Ya comentare el asunto a partir del dia 7 de mi diario, en la que considero la parte mas interesante sobre la realidad que esta viviendo China de cara a las Olimpiadas y el intento de transformar una ciudad en algo totalmente distinto a lo que realmente es.