11/2/08

Tai O



Hay un lugar que prefiere mantenerse alejado de la palabra progreso y refugiarse en casas de latón que, en un equilibrio imposible, se levantan sobre el agua; que renuncia a la 'comodidad' de casitas adosadas por despertarse impregnado del olor salado del mar; que conserva sus barcas, rechaza la norma impuesta de vivir de prisa y no se deja engañar por agujas malvabas que atrapan el tiempo...

Tai O son cien casas, quizá alguna más, alrededor de un brazo de mar en la isla de Lantau, y es, sin duda, el lugar que más me impresionó en mi primera visita a Hong Kong. Su gente es gente de mar que renunció a trasladarse, cuando el pueblo se quemó, a las nuevas viviendas que el gobierno les concedió; por contra reconstruyeron sus casas para seguir viviendo como siempre habían vivido. En un paseo por sus calles encontraremos pescados que se secan al sol, enseres de pesca, viejas que venden cualquier cosa, niños que corren descalzos y muchos turistas. Conviene perderse entre sus callejuelas, lo más lejos posible, y contemplar como la vida puede ser algo distinto a lo que nos tiene acostumbrado la amiga 'sociedad de consumo'. Tai O invita a quedarse a comer en cualquiera de sus 'restaurantes', donde, por supuesto, tomaremos pescado. También podemos pasearnos en barca por esta Venecia de latón y tablas. En fin, una visita recomendada.

2/2/08

Pequeño

Hace ahora tres años que visité por primera vez Hong Kong. Fueron doce días en los que me vestí de turista convencional y me compré una guia 'Top Ten' - sobre todo para asegurarme que no me volvía sin haber visto lo que "hay que ver" en un viaje al otro lado del globo. No sabía entonces que mis pasos me llevarían de vuelta hasta allí, así que corrí entre templos, mercados y miles de personas con mi guía en la mano. Después aprendí que el alma de las ciudades no está en los libros, y que para descubrirlas basta con dejarse llevar entre calles y tener los ojos abiertos a lo que se nos quiera mostrar. Digo ésto porque en ese primer viaje yo no conocí Hong Kong. En esos dias yo solo entreví una silueta de rascacielos, luces de neón y mucha gente. Pasó el tiempo y volví, y fue entonces cuando de la mano de Oiting fuí conociendo un lugar repleto de matices. Y comprendí que la magía quizas si existe y que vive en Hong Kong, un lugar que ya visité cuando de niño leía historias de piratas. Y recordé que yo siempre soñé ser 'pirata bueno' y viajar por el mundo buscando tesoros.
Ahora pienso que "si crecer es olvidar los sueños, yo nunca crecí del todo. ME QUEDE PEQUEÑO".