21/10/07

Taiwan parte quinta: Jinguashi

El mismo autobús que te lleva a Jiufen continua hasta Jinguashi (la roca calabaza). El trayecto es de unos 20 minutos hasta la entrada de un valle que asoma al mar. La razón que me ha traído hasta aquí, es visitar las antiguas minas de oro que han sido restauradas en algunos tramos y se pueden visitar. Me encuentro con una especie de parque temático muy bien organizado y que te brinda mucha información acerca de lo que fueron las minas en Taiwan.

En Jinguashi hubo un campo de concentración durante la II Guerra Mundial, donde los prisioneros aliados fueron tratados como esclavos, obligados a trabajos forzados en condiciones inhumanas y subsistieron a base de arroz y sopa de agua. Algunos restos del campo se pueden visitar, además de algunos templos.
Luego hay que echarse al monte, subir alguna montaña y abrir mucho los ojos para que se te llenen de verde. Un consejo que te dan, es que hagas ruido, de esta manera las serpientes te pueden oír y no se ven sorprendidas, y por lo tanto es muy raro que ataquen. Por supuesto no te salgas del camino que te puedes llevar un susto de muerte.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Heme aquí ante vuestros limpios ojos
Heme aquí vestido de lejanías
Atrás quedaron los negros nubarrones
Los años de tinieblas en el antro olvidado
Traigo un alma lavada por el fuego
Vosotros me llamáis sin saber a quién llamáis
Traigo un cristal sin sombra un corazón que no decae
La imagen de la nada y un rostro que sonríe
Traigo un amor muy parecido al universo
La Poesía me despejó el camino
Ya no hay banalidades en mi vida
¿Quién guió mis pasos de modo tan certero?

escrito para la gente que viaja

Peluhongkong dijo...

"Vestirse de lejanias", nunca habia oido una manera tan bonita para definir la palabra viajar. Gracias poeta anonimo, seguire viajando si eso inspira tan bellos versos, y para coger prestados los 'trajes' que el paisaje me muestre.