Jiufen significa 'nueve porciones' y es un pequeño pueblo entre montañas que se bañan en el mar. Para llegar hasta allí, hay que coger un tren desde Tai Pei Main Station hasta Rueifang y que cuesta NT$112 (aprox. 3 euros). El trayecto es de una hora. Lo complicado es aclararte con los horarios y comprar los billetes. Todo esta escrito en chino y resulta casi imposible encontrar alguien que hable ingles, lo que viene a significar que no te vas a enterar de nada y acabaras loco. Yo tengo la suerte de viajar con Oiting, que habla Cantones y Mandarín, lo que facilita la cuestión bastante (Un consejo: Si viajas sin interprete hay que traerse los destinos escritos en chino para mostrarlos en las ventanillas de las estaciones y decir donde quereis ir). Otra historia es descubrir el anden en el que tienes que coger el tren.
Una vez en Rueifang, tienes que coger un autobús, justo enfrente de la estación, y que en un recorrido de infarto te llevará a Jiufen. Estos tíos no parecen tenerle miedo a nada cuando tienen un volante en las manos. Van como si cualquier cosa por carreteras de un solo carril y doble sentido, que se asoman a precipicios de si te caes no lo cuentas, donde, por cierto, los quita-miedos dan miedo. La cosa es que llegas vivo y feliz de volver a poner lo pies en tierra aunque pensando que después, ya de noche, hay que volver.
La verdad es que no hay mucho que ver en el pueblo, que tiene solo varias calles llenas de escaleras y por las que se reparten restaurantes, tiendas de souveniers y las famosas 'tea houses'. Eso si, es un pueblo precioso, y con unas vistas que invitan a quedarse a vivir, aunque solo sea para pasarse el día sentado junto a la ventana. Una hora es suficiente para recorrerlo calle por calle, pero entonces hay que tomar el té en cualquiera de las 'tea house', y ésto se hace con calma y disfrutando del decorado.
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