Aunque ayer dormía antes de las 22:00, hoy no tenia cuerpo para levantarme cuando el despertador sonó a las 7:30. Una hora después, me obligué a ponerme debajo de la ducha y a las 9:30 salía del hotel con mi puñado de almendras en el bolsillo.
Nos pasamos un buen rato intentando comprender el mapa de autobuses que hay en la parada de la esquina, bueno Oiting lo intenta, porque yo me rindo al primer vistazo y quedarme loco con tanto garabato en chino. Finalmente, encontramos nuestro numero y pagamos nuestro yuan para convertirnos en sardinas los siguientes 10 minutos, que es lo que tardamos en llegar a nuestro destino.
Un ejemplo cívico de lo que te puedes encontrar en China lo protagonizó una chica de unos 25 años que a base de empujones consiguió arrebatarle el asiento a un viejete de esos que usan bastón y que yo, de haber sido él, le hubiera partido en la cabeza a la susodicha. Afortunadamente para mis ojos europeos, y educados en la "caballerosidad inglesa", otra joven se levantó de inmediato y le ofreció su asiento al anciano, demostrando que no todos se rigen aquí por la ley de la selva.
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