Suena el despertador a las 6:30 y después de una ducha rápida bajamos a la recepción para nuestro 'check out'. Entrego la llave y el recibo del pago realizado a nuestra llegada, y resulta curioso como de repente nadie puede hablar una palabra de ingles. Con lo que a lo mejor no contaban, es que en mi equipo juega Oiting que si que habla chino, así que nos ponemos un poco serios y pedimos nuestro depósito. Después de algunos minutos, y viendo que evidentemente no me pensaba mover de la recepción sin mis 200 yuan de vuelta, la chica abrió sin más un cajón y me dio el dinero. Lo divertido vino después, cuando le pedí la factura y me entregó un 'bono descuento'. No con poca paciencia, le expliqué que lo que quería era un papel con mi nombre, el numero de noches que habíamos dormido en el hotel y el precio que habíamos pagado. Ya estaba a punto de rendirme, cuando sacó de otro cajón un recibo ya preparado y que parecia papel de fumar. A modo de venganza me olvidé de mencionar los cuatro botellines de agua que nos habíamos tomado del minibar, recuperando así 12 de los 15 yuan que me habían tangado el día de mi llegada.
Un taxi nos lleva a la estación, que en esos momentos parece un sábado de feria de Sevilla. Hace dos días habíamos comprado los billetes para Luoyang, porque en China tienes que comprarlos con antelación si no te quieres quedar en tierra. Comprar unos billetes de tren puede ser la mayor de las pesadillas si no hablas chino. Todas las pantallas están en ese idioma, y las posibilidades de encontrar alguien que hable ingles, son las mismas de que aparezca una china vestida de gitana. Es cierto que existe la posibilidad de traerse los destinos escritos, pero aun tenemos el problema de aclararnos con la fecha, hora, precio y tipo de billete que deseamos. Yo me ahorre este problema mandando a Oiting por delante.
Existen 4 clases de billetes para trayectos largos: 'Hard seat', 'soft seat', 'hard bed' y 'soft bed'. Más tarde descubrí una quinta modalidad: 'De pie entre dos vagones'. Xi'an-Luoyang sale por 55 yuan el asiento duro, y la duración del viaje es de 5 horas.
Para tener acceso a la estación hay que pasar un control con escáner, al estilo de los aeropuertos. Como pueden suponer ésto genera unas colas considerables. Una vez dentro notas que no estás solo, sino acompañado por una marabunta de gente que espera a que su destino aparezca en las pantallas. Encontrar un hueco para estar de pie ya es difícil, así que mejor no pensar en encontrar un asiento libre. Mucha gente vuelve al campo desde la ciudad y van cargados como mulas; las cajas de cartón y bolsas de plástico son el equipaje más común puesto que una maleta de mano no está al alcance de cualquiera.
Finalmente se abre la puerta a nuestro arcén y allá vamos como vacas al corral, a empujones, porque lo de hacer cola no se lo enseñan en la escuela.
Me sorprenden tantas prisas puesto que los asientos están numerados. Una vez dentro, me doy cuenta de que los que corren no lo hacen buscando un asiento, sino un hueco para poner su equipaje.
A las 8:33 sale puntual nuestro tren.
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