El despertador suena unos minutos mientras mi mente se decide a dejar de soñar y despertar a un nuevo día. Son las 7:00 y en la calle se oye música y el eco de una voz amplificada. En la habitación contigua ya están despiertos y se dedican a hablar dando gritos. Un botellín de agua, un puñado de almendras y dos mandarinas son mi desayuno.
Cuando salimos del hotel me sorprende ver tanta gente. Parece que la vida empieza bastante temprano aquí en Xi'an. Caminamos hasta la diagonal para coger un autobús urbano (1 yuan), que va a reventar y que parece salido de una pelicula en blanco y negro, y que nos lleva hasta la estación de trenes. Justo enfrente de la estación, hace parada el autobús numero 306, que por 7 yuan nos lleva hasta el 'mito que se hizo realidad'.
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