Hay un lugar que prefiere mantenerse alejado de la palabra progreso y refugiarse en casas de latón que, en un equilibrio imposible, se levantan sobre el agua; que renuncia a la 'comodidad' de casitas adosadas por despertarse impregnado del olor salado del mar; que conserva sus barcas, rechaza la norma impuesta de vivir de prisa y no se deja engañar por agujas malvabas que atrapan el tiempo...
Tai O son cien casas, quizá alguna más, alrededor de un brazo de mar en la isla de Lantau, y es, sin duda, el lugar que más me impresionó en mi primera visita a Hong Kong. Su gente es gente de mar que renunció a trasladarse, cuando el pueblo se quemó, a las nuevas viviendas que el gobierno les concedió; por contra reconstruyeron sus casas para seguir viviendo como siempre habían vivido. En un paseo por sus calles encontraremos pescados que se secan al sol, enseres de pesca, viejas que venden cualquier cosa, niños que corren descalzos y muchos turistas. Conviene perderse entre sus callejuelas, lo más lejos posible, y contemplar como la vida puede ser algo distinto a lo que nos tiene acostumbrado la amiga 'sociedad de consumo'. Tai O invita a quedarse a comer en cualquiera de sus 'restaurantes', donde, por supuesto, tomaremos pescado. También podemos pasearnos en barca por esta Venecia de latón y tablas. En fin, una visita recomendada.
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